Ir al contenido principal

"HABLANDO DESDE UN LUGAR DE MUJER" por Leticia Feippe

(en relación al texto: "Psicoanálisis, Hermenéutica y Género" publicado anteriormente en este blog)

Es interesante pensar cómo opera mi ejercicio de la hermenéutica en este texto que, casualmente, habla de eso. Leerlo me hace pensar en términos y premisas desde un punto de ontológico y semiótico. Sucede que trato de leerlo de la forma más despojada y me encuentro con preguntas.

Reconociendo el androcentrismo del psicoanálisis, el hecho de que gran parte de la producción científica haya sido creada y difundida también desde una perspectiva masculina, la primera pregunta que me hago es: ¿hasta qué punto estoy yo, mujer, permeada por esos paradigmas?
El razonamiento es el siguiente: soy mujer pero vivo y me formé dentro de una sociedad donde, desde el punto de vista epistemológico, los paradigmas imperantes en los diversos campos de la ciencia (en un sentido amplio, incluyendo exactas, fácticas y sociales) siempre provinieron de una concepción androcéntrica, donde los genios reconocidos por el canon artístico son en su mayoría hombres y, cuando son mujeres, son vistos en categorías aparte. Entonces, ¿hasta qué punto mi pensamiento es independiente? Inconsciente y constantemente, recibimos mensajes que forman parte de este discurso y, durante nuestro pasaje por la educación formal y nuestro pasaje por nuestra niñez y adolescencia, convivimos con una postura del deber ser mujer. ¿Cómo romper con los paradigmas sin caer en una lucha basada en una visión maniqueísta, donde o bien nos adaptamos al status quo o somos contestatarias?
En el plano semiótico surge la figura de la mujer-madre, símbolo que ha hecho que, tanto mujeres como hombres, comulguen con estereotipos que no siempre favorecen la libertad de acción y pensamiento. Está ampliamente difundido el preconcepto de que la mujer-madre tiene esa actividad como fundamental y que, si se dedica a otras, restándole tiempo a su función maternal, está “actuando mal”. Está ampliamente difundido otro preconcepto que es el de la mujer que solo se siente realizada en la maternidad. Esta idea genera mujeres poco libres ya que es poco libre a la mujer que tiene que resignar su maternidad por tener aspiraciones en otros ámbitos y es poco libre a la mujer que, por dedicarse a la maternidad resigna otras actividades. La pregunta es entonces, ¿hasta dónde somos libres? Es cierto que somos libres de elegir pero, si la opción está condicionada por un discurso y un paradigma ajeno y plantea la situación en términos de correcto o incorrecto, esta libertad no es tal. Es así que vemos mujeres que, por no caer en el formato que se prejuzga como de mujer improductiva, no reconocen su propio deseo. Es por eso también que mujeres y hombres modernos tantas veces huyen de ciertos formatos. La meritocracia se los impide.
Sin desconocer el aporte del psicoanálisis para la comprensión de algunos aspectos del hombre, reconozco que legitima un discurso que anula las funciones femeninas más “sublimes” (por seguir con estereotipos). Tal como ocurre con la función de las personas en la sociedad moderna y tal como ocurre en el arte, la mujer en el psicoanálisis es, en cierta forma, vista como objeto. Es objeto de placer para el niño, es objeto decorativo, es objeto bello. No aparece como el sujeto que crea, construye o cambia el mundo.
Comulgo con el enfoque de la paternidad compartida de Nancy Chodorow. Es por esto que adhiero a quienes promueven un orden social no basado en la conquista fálica de territorios, ámbitos y objetos. Es por esto, que me veo pensar e intento evitar hacer interpretaciones del mundo demasiado permeadas por posturas androcéntricas, autocomplacientes o compasivas. Es porque nací en el siglo XX que me pregunto todo esto y que espero, sin tener una respuesta exacta de cuál fue el resultado y cuál seguirá siendo, haber sido y ser permeada lo menos posible. Es por eso que alguna vez quise desafiar el deber ser de la mujer para ver qué pensaban hombres y mujeres. Es por eso que alguna vez vi con pena algunas colegas de género que querían seguir siendo objeto. Es porque reconozco la existencia de un discurso y un paradigma todavía exclusivo que, aunque muchas veces pienso que lo ideal sería que no fuera necesario, hablo desde un lugar de mujer.






Publicado por Leticia para LA LIBÉLULA MÁGICA a las 16 de diciembre de 2008 01:56 PM













Comentarios

91RodaR dijo…
Yo también pensé mucho, sobre todo en esto: ¿qué significa entonces "ser mujer" o defender los postulados femeninos que históricamente son creados y definidos a partir de los masculinos y por lo tanto no pueden zafar de ellos - en suma, quizás todo, absolutamente todo, carezca de sentido. En relación a esto... basta de "ser femenina" o de "lenguaje femenino" - hablemos de mi lenguaje, mi "ser", mi forma de entender y de hablar (escribir o crear) sea lo que sea "mujer", "hombre", "machona",etc. Y dejar que los demás hablen por sí mismos, también. No existe una forma de ser o de ver o de entender - abrirnos a la pluralidad de enfoque es quizás lo necesario... curiosamente es una idea que se contrapone al iluminismo patriarcal y a las ideas "modernas" ... "¿he aquí, 'el pensamiento femenino', entonces?"

Entradas más populares de este blog

"LOS RUIDOS" por Verónica D'Auria

Los ruidos Verónica D'Auria Abrió el ropero y pasó su mano por todos los trajes que usaba para las galas. Tocó el vestido de otoño, drapeado a la manera de una túnica griega. Estaba el otro de seda color crema, con rosas bordadas en relieve. Había uno turquesa con encaje, que al pasar la yema de los dedos sentía el tafetán de la falda. Tenía, si los contaba, más de treinta colgados, ordenados, esperándola. Cada noche de gala él escogía uno y lo ponía estirado sobre la cama que ambos compartían, yaciendo así, esperando que su cuerpo le diera forma y quizás también un poco del movimiento que necesitaba para poder brillar en el mundo. Sabía que debía maquillarse a tono con el vestido y así entrar en la platea del teatro grande que estaría lleno de dignatarios locales y extranjeros, prontos a escuchar la música que él dirigiría. Usaba siempre una misma batuta, que desde cerca se veía vieja y algo resquebrajada, ya que la había conseguido en la época en que su madre lo acompañab

LA LLEGADA A LA ESCRITURA - HÉLÈNE CIXOUS

Hélène Cixous nació en Orán, Algeria en 1937 . Es catedrática de la Universidad de París VIII , donde fundó su Centro de Estudios de la Mujer , el primero en Europa. Ha publicado extensivamente: 23 volúmenes de poemas, 6 libros de ensayos, 5 obras teatrales y numerosos artículos, entre los cuales "La Risa de la Medusa" (1976) ha sido uno de los más influyentes . Publicó Velos con Jacques Derrida , quien se refirió a ella como 'la mejor escritora viva en su lengua' (Francés). Sus obras giran en torno a los temas de los orígenes y de la identidad femenina. Es considerada una de las madres de la teoría feminista pos-estructuralista. Considera influyentes en su obra a Jacques Derrida, Sigmund Freud, Jacques Lacan y Arthur Rimbaud. El siguiente es un extracto de su libro " La Llegada a la Escritura ", Su Boca . ¿Era yo una mujer? Al revivir esta pregunta interpelo a toda la Historia de las mujeres. Una Historia hecha de millones de histor

BEBAL por Verónica D'Auria

 Erase que se era una ciudad llamada Bebal, que quedaba a orillas de un mar muy  azul que se volvía muy verde y muy gris en los días de tormenta.    Bebal no era una ciudad como otras ciudades con su calle principal y sus edificios principales, con sus rascacielos y sus parques.En realidad sí lo era, pero sólo en apariencia. Porque Bebal era una corbatocracia.   No estoy hablando de corbatas que hablaran y que gobernaran la ciudad.     Lo que sí ocurría en Bebal es que la corbata era para ellos no solamente el artículo más importante de la vestimenta sino también una pieza imprescindible para el funcionamiento normal de esa ciudad.      Es que en Bebal no solamente usaban corbata los bancarios y los oficinistas .Las mujeres también llevaban corbata (con moñitas y con flores pintadas), los niños y las niñas; los perros y los gatos en las plazas, los sapos, las girafas y los monos del zoológico. Hasta las mariposas si uno las miraba bien, volaban de unas flores a otras llevando,