Los ruidos Verónica D'Auria Abrió el ropero y pasó su mano por todos los trajes que usaba para las galas. Tocó el vestido de otoño, drapeado a la manera de una túnica griega. Estaba el otro de seda color crema, con rosas bordadas en relieve. Había uno turquesa con encaje, que al pasar la yema de los dedos sentía el tafetán de la falda. Tenía, si los contaba, más de treinta colgados, ordenados, esperándola. Cada noche de gala él escogía uno y lo ponía estirado sobre la cama que ambos compartían, yaciendo así, esperando que su cuerpo le diera forma y quizás también un poco del movimiento que necesitaba para poder brillar en el mundo. Sabía que debía maquillarse a tono con el vestido y así entrar en la platea del teatro grande que estaría lleno de dignatarios locales y extranjeros, prontos a escuchar la música que él dirigiría. Usaba siempre una misma batuta, que desde cerca se veía vieja y algo resquebrajada, ya que la había conseguido en la época en que su madre lo acompañab
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